
Partió con el alba.
Leguas y leguas
debía recorrer
para llegar al destino.
Largo se hizo el camino
sintió cansancio.
Paró el rodeo,
para hacer noche.
La intemperie
fue su manto.
Por techo el cielo azul
poblado de estrellas,
el grillo le cantó
el arroró,
las luciérnagas
con luces inquietas
adornaba la noche.
Profundamente dormido,
lo despertó estridente
los trinos de calandrias.
Cuando el alba
con sus mágicos colores
recibía al febo,
con todo su esplendor
alumbrada un nuevo día.
Idelso Badariotti
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